Barcelona sobre papel
¿Os habíais imaginado cómo se representaban las ciudades en el siglo XVI? Hoy en día solo tendríamos que acudir a a google para buscar fotografías de cualquier ciudad, pero antes de la invención de la cámara fotográfica, eran artistas e ingenieros los encargados de generar documentos visuales de tipo cartográfico. A partir de este momento, la cultura occidental comienza a construir imágenes para ordenar y entender el medio donde vive.
Las primeras vistas de ciudades se realizan en Italia a mitad del siglo XV, concretamente en Florencia y Nápoles. Como ejemplo de ello se conserva la llamada Veduta della Catena ó vista de la cadena (llamada así por la cadena que enmarca la imagen en el plano original) grabado realizado en 1472 por Lucantonio degli Uberti. Esta vista fue la primera representación de una ciudad occidental surgida de la viva observación humana.

Por supuesto, la observación directa conlleva a una serie de licencias que derivan en varias cuestiones: una construcción irreal de la perspectiva y edificios con escalas inverosímiles, además de una colocación fantasiosa de elementos naturales. En definitiva, si bien no se consideran fieles retratos urbanos, fueron herramientas muy útiles para conseguir una aproximada percepción general del paisaje, sobre todo bajo propósitos políticos y militares.
Pongamos el caso de Barcelona, una ciudad cuyo puerto ha sido representado a lo largo de los siglos ejemplificado a través de lo que se llaman ‘vistas’. Una de las más espectaculares bajo mi puntos de vista es la de Antony van den Wyngaerde, (también conocido como Antonio de las Viñas en su versión castellanizada). Este dibujante, bajo el patrocinio de Felipe II, realizó numerosas vistas de ciudades y paisajes en el transcurso de sus viajes alrededor de España y norte de África, entre 1563-1570. La Österreichische Nationalbibliothek contiene digitalizadas gran parte de estas imágenes, las cuales son realmente impresionantes. Os invito a echarles un vistazo aquí.

A simple vista puede costar relacionar esta ciudad con Barcelona (si no fuera por que está escrito en el margen superior), pues representa una ciudad enmurallada rodeada de campos que poco tiene que ver con su skyline de la ciudad tal y como lo conocemos hoy, con el monumento a Colón, las torres de la Sagrada Familia, la Torre Agbar, la torre de Collserola o la central térmica del Besos.. Salvo por ese detalle, podría suponer la representación de cualquier otra ciudad costera.
De nuevo, las representaciones de esta ciudad antes del XVIII son muy diferentes.las montañas de Montjuïc a la izquierda y Collserola detrás, serán elementos determinantes para reconocer esta ci como. Como dato curioso, en esta vista de la Ciudad Condal, se pueden ver edificios que ya no existen, entre ellos, el convento de Santa Caterina, el cual fue desamortizado en 1836 y derribado en 1837, cuyo campanario compite con el de la misma catedral.
Dentro de cultura visual en los planos del siglo XVI, siguen dos ejemplos muy interesantes. El primero, mostrando una escena bélica en la que se está llevando a cabo un asedio por mar (15 meses bajo asedio estuvo la ciudad ante las tropas de José de Austria). En él no solo indica la situación de los accesos y baluartes mostrados en la leyenda, si no también la colocación de los campamentos de las tropas alrededor de la cinta muraria. En otras palabras, los planos no sólo indican la topografía arquitectónica de una ciudad, si no también nos revela información estratégico-militar sobre sucesos históricos de gran relevancia, como el del Sitio de Barcelona de 1651-1652.
Asimismo, otro dato curioso es la representación de la montaña de Montserrat en el horizonte. ‘Avanzar’ la posición de esta montaña y situarla a la misma altura de Collserola puede parecer un disparate, en primer lugar porque Montserrat no se ve desde el mar, y segundo porque está a 60 km de Barcelona. No obstante, si pensamos en la importancia histórica que ha tenido y tiene el macizo del Mons-Serratus, ‘ponerlo en el mapa’ es una forma de identificación instantánea de la ciudad de Barcelona con respecto a otras vistas.

Pierre Miott, Nova e vera descrittione della citta di Barcelona assediata dell’armata di S. ª Maesta Cattolica, grabado de 1652, Conservado en la sección de gráficos del Arxiu Històric de Barcelona (AHCB3-230/5D76)
Otras vistas, como la que sigue, muestran una percepción del paisaje más esquemática e inexacta, como consecuencia de la jerarquía de la escala de los edificios y distancias. En el centro, la Catedral de Barcelona ocuparía un espacio mucho mayor del que realmente le es propio y en relación con otros edificios, que si bien no comparten las mismas dimensiones, son mucho mayores de lo que se representa en la vista de Jean Boisseau. De nuevo recalcar el elemento aproximativo y su dudosa correspondencia con las medidas reales, además de la presencia artificiosa de Montserrat.

Barcelona entre hilos
Si bien la tapicería es una técnica milenaria cuyo resultado resulta en un objeto conocido como ‘tapiz’, este objeto reúne unas condiciones excelentes para convertirlo en un vehículo de expresión, así como útil y funcional. Dadas sus capacidades decorativas, los programas iconográficos de la tapicería han sido en muchas ocasiones, una plataforma de las élites para asentar su narración histórico-militar.
Sin duda, la principal función de los tapices durante siglo XVI fue engalanar estancias para así elevarlas al nivel de grandes festividades, recibimientos reales, bodas, funerales y otros eventos de alto rango. Estos tapices podían estar tejidos según diseños que representaban escenas mitológicas, bíblicas o simplemente motivos vegetales, también llamados millefleurs. Como se ha introducido antes, la función propagandística de un tapiz tiene como objetivo representar escenas bélicas con el fin de asentar el poder de una familia o un rey sobre un territorio. Se ha dado el caso de que algunos artistas asistieran a las batallas, con el objetivo de cubrir el suceso y documentar lo ocurrido para después traspasarlo al telar.
Ese fue el caso del pintor Jan Cornelisz Vermeyen, contratado por María de Hungría, hermana de Carlos V, el cual asistió a las campañas militares de África con el objetivo de realizar dibujos in situ para así documentar las ‘Jornadas de Túnez’, enmarcadas en plena cruzada contra el corsario Barbarroja en junio de 1535.
[…] había echado una gloriosa jornada en Túnez, de la cual, preciándose mucho, hizo hacer después una rica y hermosa tapicería de oro y plata y seda que costó 18 ducados el ana.
El resultado final conllevó a la creación de un total de 12 tapices tejidos con hilos de oro y plata en Flandes, 11 años después de que la campaña finalizase. Vermeyen contó con 18 meses para realizar los cartones, es decir, los dibujos preparatorios que luego serán copiados y, una vez traspasados al el telar, daría lugar a la imagen bordada. Para un encargo de esas magnitudes, 18 meses era muy poco tiempo, por lo que se estableció por contrato no aceptar ningún otro encargo, obligando al artista a centrarse en la ejecución de los 12 cartones. Aun así necesitó ayuda y contó con la habilidad de Pieter Coecke van Aelst, aprendiz de Bernard van Orley y tapicero de cámara para la corte Habsburgo en Flandes. Actualmente han llegado hasta nuestros días un total de 10, los cuales se conservan en el Kunsthistorische Museum de Viena.
La creación del ciclo de 12 tapices fue una empresa titánica que costó cientos de miles de ducados a la corona, no obstante, la posesión de estos objetos contribuyó enormemente a conmemorar la gloria del emperador como medio para enaltecer su figura contra los ‘infieles’. De hecho, fueron tan utilizados, que Felipe V mandó a la recién establecida Fábrica de Tapices de Santa Bárbara de Madrid tejer réplicas de baja estofa en seda y lana, para así conservar los originales manufacturados en plata y oro.
La revista de tropas en Barcelona
Si al principio del post hemos podido ver la imagen de Barcelona en el ámbito cartográfico, ahora veremos como la tapicería también ha sido un medio desde el cual la Ciudad Condal ha sido retratada.
‘La revista de tropas en Barcelona’ destaca por la gran maniobra de fuerzas militares situado en la mitad inferior del paño y un amplio paisaje, cuya distintiva orografía ayuda a situar a los personajes en las inmediaciones de la localidad barcelonesa. No menos importantes son las figuras a caballo situadas al frente de la escena. Entre las parejas de jinetes encontramos personajes con nombre y apellido, muy cercanos a la corte de Carlos V. Entre ellos el duque de Alba; Álvarez de Toledo y el infante Don Luis, príncipe de Portugal. En segundo plano y situado en el centro del tapiz, se encuentra el emperador y mecenas Carlos V escoltado por su guardia personal, así como por otros dignatarios que asistirían a la campaña desde la retaguardia.

Aun que la maravilla de este ejemplar, para el caso que nos ocupa, radica en la figuración urbanística y el despliegue territorial mostrado en el registro superior de la escena, a modo de ‘telón de fondo’. En él podemos advertir un extenso paisaje perfilado por montañas y pequeños núcleos de población, entre los cuales se encuentra la imponente silueta de la montaña de Montserrat, ‘Monserrate’ como indica la inscripción que corona la montaña. Si bien su posición está un tanto ‘avanzada’, su ubicación irreal en la imagen es un indicador certero de que el territorio representado es Barcelona y en consecuencia, un recurso utilizado en otras vistas contemporáneas.

Siguiendo el ‘hilo’ conductor de esta publicación (me perdonáis el ‘chascarrillo’) hasta este momento hemos visto algunas de las primeras imágenes de la ciudad en un medio cartográfico, las cuales incluyen una serie de elementos característicos y estandarizados, como la perspectiva frontal, la sobredimensión de los edificios más representativos y la ‘reubicación’ ficticia de elementos naturales.
La Barcelona del siglo XVI representada en este tapiz, está cercada por la cinta muraria ampliada por Pedro III el Ceremonioso a partir de 1358. En ella se nos presenta un entramado urbano lo suficientemente fiel como para identificar, a simple vista monasterios, conventos y la misma catedral.

Algunos de ellos serían los siguientes (aproximadamente):
- Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia
- Santa María del Mar aka Santa María de las Arenas
- Lonja de Mar
- Convento de Santa Catalina
- San Pedro de las Puelas o Monasterio de Santa Maria de Junqueras
- Convento de San Francisco/ San Nicolás de Bari
En definitiva, la imagen tejida en un tapiz, emerge de la previa realización de un cartón que ha sido dibujado por un pintor (cartonista). Como consecuencia de ello, la tapicería perpetuará los mismos recursos visuales que en el soporte sobre papel, ahora bien, con las limitaciones que le son propias a cada medio. En otras palabras, la representación urbanística en un tapiz no cumpliría una función estratégica de reconocimiento topográfico, no obstante, el ejemplo que nos ocupa es lo suficientemente detallado como para poder identificar edificios emblemáticos, incluyendo algunos de ellos ya no existen. Igualmente, un ejercicio interesante de evolución urbanística.
La Ciudad Tejid – Valeria ManfrèDescarga
Evolución urbanística de Barcelona. Recursos complementarios
Monestirs de Catalunya: Portal que recopila mucha información sobre edificios religiosos, actuales y desaparecidos. Muy útil su mapa interactivo.
Barcelona ‘Darrera Mirada’: Instrumento desarrollado por el Ayuntamiento de Barcelona el cual permite superponer los ‘quarterons’ de Miquel Garriga i Roca de 1860 al actual plano de Barcelona fotografiado por Google Maps. Además, incluye recursos fotográficos que permiten descubrir el aspecto de la ciudad antes de las grandes reformas urbanísticas de finales del XIX y principios del XX.