Esta entrada supone una gran diferencia respecto las anteriores, pues es el fruto de reflexiones espontáneas en el transcurso de diferentes visitas a museos y mi impresión acerca de algunas obras maestras dignas de admiración. Considero que compartirla con los lectores que seguís este blog, puede resultar interesante -y espero que también divertido– ya que dichas reflexiones tienen un matiz de distensión en el que pretendo entender una obra en el momento exacto en el cual la veo. Sin manuales en los que apoyarme, sin bibliografía a mano, sin un diccionario iconográfico me enfrento a las imágenes con una mirada semi desnuda, sólo con el posible conocimiento previo de esa obra.
Me gusta visitar museos y hacer este ejercicio. Nada más con una libreta y un bolígrafo, sentarme delante de una obra que me llame exageradamente la atención y comenzar a escribir mis impresiones. Obviamente, sólo son impresiones con una relativa información previa acerca de la obra, el estilo, el autor y su contexto.
No obstante, las obras de arte son fuentes muy elocuentes a las que escuchar. Simplemente prestando atención en algunos detalles como la pincelada, la policromía, la elección de la paleta de colores por parte del artista, la medida del cuadro y la comparación con otras obras del mismo pintor en la misma sala, podemos establecer una comunicación muy rica. Porque no hemos de olvidar el lenguaje del arte, si estamos dispuestos a recibir, éste medio nos puede hablar de muchísimas cosas.
Los siguientes comentarios, como ya he mencionado antes, tienen un fuerte componente de improvisación. Son los comentarios subjetivos de una enamorada del arte y del efecto que éste tiene en mí. Considero que puede ser divertido compartilos, ahí van:
Rogier van der Weyden, altar de santa Columba en Köln, 1455, Alte Pinakothek, München

Destaca entre los demás pintores contemporáneos a él por sus soluciones preciosistas, tanto en los ropajes como en las soluciones arquitectónicas, tal y como puede verse en la parte derecha del tríptico. Transición de la visión exterior-interior de la iglesia y la presentación en el templo de manera muy inteligente y gradual. Una pieza maestra sin duda alguna. El blanco predomina sobre los trajes de los demás personajes, destacando especialmente el trabajo del juego de luces del arcángel San Gabriel en el lado de la anunciación. Tonalidad y cangiantismo sublimes en la plasmación de las luces y las sombras provocadas por las dobladuras intempestivas del ropaje.
Una señora se ha sentado a mi lado y está buscando el número correspondiente a este cuadro en su audioguía. Me ha visto mirar el tríptico fijamente y no ha podido resistir su curiosidad. Bien.
Jan van Eyck, Madonna Lucca, 1436, Städel Museum, Frankfurt.

Realmente el maestro de maestros junto con Weyden. Jan van Eyck nunca defrauda, es un valor seguro. Preciosismo en los detalles, destacando el manto de la Virgen con pedrerías, representado a la perfección. Minucioso trabajo en la representación de la reflexión de los metales desarrollado al milímetro. Impresionante. Cuanto más te acercas más definición y mayor detalle. Increíble, las pedrerías incluso tienen minúsculos detalles que permiten identificar sus diferencias. No salgo del asombro. No puedo dejar de mirarlo, es hipnotizante, demasiados detalles en reducidas dimensiones. (Continúo con los demás pintores flamencos.)
(De vuelta a Jan van Eyck). He vuelto al cuadro de van Eyck y la vigilante de sala me ha dicho que estoy muy cerca, que debo alejarme más:
<<¿CÓMO NO VOY A ESTAR CERCA? ¡SEÑORA, QUE ES UN MALDITO JAN VAN EYCK!>>
Rembrandt van Rijn, Sansón cegado por los filisteos, 1636, Städel Museum, Frankfurt.

Aquí Rembrandt se ha cansado de ser el típico pintor flamenco que pinta hasta el polvo y se ha adelantado unos cuantos siglos hacia el impresionismo. Se ha unido a la troupe de Rubens y se ha pasado a la «brocha gorda». Es difícil decir que este cuadro es un Rembrandt. Probablemente lo hiciera a desgana, cuando estaba hasta la polla de todo* (por ejemplo cuando murió su mujer Saskia ó se empobreció). A pesar de todo, el cuadro deja traslucir un atisbo de genialidad preciosista tan dentro de la genética de los pintores flamencos… las armaduras de los guardias están muy logradas, brillantes y con cantidad de detalles que le hacen tener el aspecto del metal y la volumetría propia de una de verdad. No obstante, los retratos de los personajes, han perdido ese mimetismo con la realidad que caracteriza tanto a Rembrandt. Se ha cansado o bien no sabe pintar de memoria, claro, no es lo mismo que tener el modelo delante, ¿cómo me estoy enrollando no?
En mi opinión, el progresivo cambio pictórico que acompaña la obra de Rembrandt es muy curiosa. Me fascina su desidia y su dejadez en su etapa de maduración (oh dios, estar envuelta de Rembrandts hace que se me pase la resaca/cansancio). Puedo ver a mi derecha dos cuadros más de él. Su dualidad es tan perceptible, su inconstancia es entrañable y tierna en cierto aspecto. Al lado está el cuadro de David tocando el arpa delante de Saúl. Aquí también se puede apreciar en pequeña escala (y de forma concentrada) la maestría realística de Rembrandt. El detalle del tocado, las joyas, su mano. A él le gusta destacar sólo según que partes del cuadro para lograr la atención (o no) del espectador. (Sigo con la visita)
(He vuelto a Rembrandt). Hay algo que me fascina de él, quizás es su actitud frente al mercado del arte que le dejó más seco que la mojama. No considero que esto sea una mierda, claro que no, pero comparándolo con la altísima calidad de sus retratos, el cuadro de Sansón -igual que el que hizo para el ayuntamiento de Ámsterdam, llamado «La conspiración de los bátavos bajo Claudio Civilis»-, no despliega al máximo su pericia y su gran técnica. Aquí las manchas de colores zumban y se mueven con gran independencia, no es la misma unidad y concentración de la pincelada y la colocación de ésta.
Hijos de puta los del Städel, me han cobrado 12 euros. Pues ya no compro ningún libro en la tienda.
Qué contenta está Dalila con el pelo recién cortado de Sansón. Quizás no le gustaba a Rembrandt el gran formato. Creo que es eso, no se siente a gusto. Los flamencos siempre han llevado mejor el detalle y el formato pequeño/mediano. Esto es demasiado grande para un flamenco, mejor dejar este tipo de trabajos grandilocuentes a los italianos.
Resaca y visitar museos no es demasiado bueno. Estoy deshidratada joder ¿Cuanto me costaría una botella de agua aquí? ¿Por qué digo esto? Esta es la libreta de las reflexiones museísticas, no mi diario.
Si algún día voy al Rijksmuseum voy a flipar, ahí si que está la super obra de Rembrandt.
Este Rembrandt hay que mirarlo de lejos, el retrato, muy de cerca, el cuadro de Saul y David con el arpa, de lejos.
- Apostilla a día 22/07/2020: Mi impresión sobre el doloroso estado emocional de Rembrandt en aquella visita, parece ser acertado. La bibliografía apunta que en 1636, a parte de pintar el cuadro de Sansón cegado por los filisteos, parece que también murió el primer hijo de Rembrandt y Saskia, Rumbartus, al poco de nacer. Fuente: Rembrandt y el retrato en Ámsterdam, 1590-1670, Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, Madrid, 2020, p.33