Está ahí, donde menos te lo esperabas. En la serie que sigues, en tu película favorita, en un anuncio de televisión, en un sketch humorístico aleatorio, en una película que no querías ver…
…Y es que el arte está en todas partes por mucho que nos pese. Con un poco de ojo avizor se puede hacer evidente lo que pretendía pasar desapercibido llevándonos alguna que otra sorpresa. No hace falta ser un experto en arte para ver que éste está presente en muchos medios, y uno de los más extendidos es el cine. Una pieza artística en una película puede tener una importancia relativa, ya sea desde el hecho meramente anecdótico, hasta el punto en el que el objeto artístico juega un papel clave en la escena de manera previamente intencionada.
En este contexto, el arte puede enfatizar o dar coherencia a un momento en cuestión, ya que si vemos una película que está ambientada a principios del siglo XVI, colocar una obra de arte coherente con las manifestaciones de su siglo es un ejercicio más que correcto. Disney continuamente utiliza el apoyo del arte en sus películas, y es algo que quiero evidenciar en esta entrada.
No obstante, la intención de este post no es el de categorizar la aparición del arte en el cine, si no mostrar los casos en el que el arte ha compartido un mismo plano con los personajes que protagonizan una determinada escena. Lo único que sí notaréis es que he pretendido dividir los ejemplos entre profanos y religiosos. ¿Que tal si empezamos?
1. «Justo» detrás. La ciudad ideal para el locutor ideal

¿Por qué no decorar la casa de un locutor de radio castizo con uno de los paradigmas pictóricos del cuattrocento italiano de la mano de Piero della Francesca?

Los esquemas de la perspectiva lineal cuatrocentista se cristalizan en esta obra que representa la ordenación ideal bajo los cánones exactos de la proporción conceptual arquitectónica clásico-renacentista. Si el trasfondo discursivo de esta obra tiene que ver con la del discurso radiofónico de Justo Molinero es algo que sólo sabrán los guionistas del «Polònia». Pero parece más adecuado pensar que el cuadro estaba rebajado en IKEA.
2. «Loca» por los tapices

Juana vivió en ciudades como Bruselas, Gante y Brujas, centros históricamente reconocidos como manufacturadores de tapicería. En el inventario de sus bienes a su reclusión en el palacio de Tordesillas en 1509, se demostró que la reina poseía más de 70 tapices, nada comparado con la colección de su madre, Isabel de Castilla, que consiguió reunir unos 200. La presencia de éstos objetos de gran lujo en cualquier corte era algo de lo más común. Por lo tanto, no nos ha de extrañar encontrarnos con un tapiz perteneciente a la serie «La dama y el unicornio», en este caso el correspondiente a «el oído».

Aún que si nos ponemos a hilar fino (y nunca mejor dicho), se puede reconocer que el tapiz (que no fue un tapiz, si no una recreación en pintura hecha por el maravilloso taller de los maestros Castells-Planas de Cardedeu) es una modificación del original, siendo más que evidente la diferencia de las figuras que sí pueden verse en el tapiz del Museo Cluny de París -como la posición del unicornio de la derecha de la joven dama-.
Si queréis saber un poco más sobre la increíble historia de los tapices de Cluny, os propongo una lectura muy placentera, un un estudio de Marco Piccat (aquí el enlace al artículo completo en pdf), publicado en la revista de arte Locus Amoenus del departamento de Historia del Arte de la UAB. Éste habla sobre la serie de tapices de «La dama y el unicornio» y como habrían sido encargados por Enrique VII con motivo de la unión entre Catalina de Aragón (hermana menor de Juana de Castilla) y Arturo Tudor (hermano mayor del famoso Enrique VIII y posterior marido de Catalina de Aragón a la muerte de Arturo).
Así pues, no parece tan descabellado que la presencia de esta tapicería se entrometa en una película relacionada con una dama hispana.
3. Naumburg, Naumburg
Quizás esta es la aparición más aleatoria de arte en el mass media de los ejemplos puestos en esta entrada de blog. En el fotograma vemos a Lolle tumbada en la cama con Felix y a la derecha una fotografía de lo que parece una mujer llevandose algo en la boca. Pues bien, es nada más y nada menos que Uta von Naumburg.


Uta von Naumburg nació aproximadamente en el año 1000 y murió en el 1046. Fue la esposa del margrave Eckehard II de Meissen. Actualmente su estatua en la catedral de Meissen, tiene una gran importancia en el terreno de la escultura memorial medieval, ya que fue realizada en el siglo XIII y conservada hoy día en buen estado. Su efigie ha sido vista como la del exponente de una belleza muy antigua, incluso dando pie a una anécdota por parte de Umberto Eco, quien afirmó que si pudiera tener una cita con algún personaje femenino histórico sería indudablemente con Uta von Naumburg. Pero la bella Uta no sólo levantó la pasión de Umberto Eco, si no que el mismísimo Walt Disney, cuando recorrió tierras teutonas en busca de inspiración, no olvidó el precioso rostro de la esposa del margrave y se basó en él para el personaje de la reina de Blancanieves.
4. Las columpiadas
Como ya hemos visto en el ejemplo anterior, Disney nos ha acostumbrado a utilizar las imágenes de grandes obras de arte para reforzar el discurso momentáneo que se esté terciando. En este caso, la utilización referencial de Jean Honoré Fragonard y su famoso Columpio, pone de manifiesto la actitud festiva que sucede en la película.

El columpio, como obra abanderada del rococó, se asocian una serie de conceptos a este estilo artístico del siglo XVIII en el que son reivindicadas unas posturas en concordancia con el lujo de la aristocracia del antiguo régimen. Mayormente, el leitmotiv del imaginario del estilo rococó son -entre muchos otros- la laxitud, los ambientes de recreo, la despreocupación, escenas de temática amorosa / coqueteo y en cierto modo, eróticas.

La presencia del cuadro del Columpio de Fragonard en el fotograma de Frozen no hace más que consolidar una idea que quieren transmitir mediante el discurso de la película. La ratificación del asueto reafirmado de la aristocracia.
5. Penitencia submarina
Inaugurando la sección de referencias religiosas, Disney es una factoría que nunca ha dejado de lado la alusión a las obras maestras del arte. El caso más elocuente que he encontrado es el de la aparición de «La Magdalena penitente» de Georges de la Tour, pintor lorenés del siglo XVIII, heredero de la sintaxis pictórica de Caravaggio y de su particular tenebrismo.

Esta superposición de imágenes protagonizada por la santa en un segundo plano y la ilusionada sirena, se ha querido ver desde múltiples puntos de vista: metafórico, anecdótico ó incluso referencial.

En un principio, la reflexión más evidente del cuadro de la Magdalena, es el de la penitencia, es decir, es el hecho de ser consciente de la condición pecadora del ser humano y arrepentirse por ello. La penitencia no deja de ser la voluntad de conseguir un perdón simbólico ó espiritual por los pecados ó las faltas cometidas, mediante duras acciones que pueden ir desde el ayuno al auto infringimiento de dolor como la fustigación (de hecho, en el cuadro hay un flagelo encima de una cruz, lo cual implica una iconografía del castigo de forma muy evidente). Que la protagonista del largometraje de Disney se arrepiente de su estatus y anhela cambiar a otro, es totalmente evidente. Pero de ahí a compararlo con el discurso del arrepentimiento que enmarca la figura bíblica de la Magdalena Penitente es irse un poco lejos. Puede ser más plausible que su aparición en la película sea un hecho meramente anecdótico, ya que si de verdad se quisiera optar por un trabajo de analogía metafórica, existen historias pertenecientes a la mitología griega que se adaptan mejor a la necesidad simbólica de nuestra sirenita.
6. Dos theotokos
Bueno, en realidad sólo una. La otra no es la madre de Dios, pero en la película de «Mi gran boda griega» esta mujer simboliza la figura matriarcal en una familia donde las tradiciones tienen un peso considerable. En este caso, la imagen de la theotokos (la Virgen con el niño) de fondo, no es algo casual como hemos visto en ejemplos anteriores. Se trata de una familia griega, por lo tanto creyentes en la fe cristiana ortodoxa, por lo tanto la figura de un icono de influencia bizantina está más que justificada.


Siguiendo con el discurso de las «theotokos» o madres de Dios, a continuación aparecerá otra, pero radicalmente diferente a la anterior. Se trata de una virgen del siglo XV occidental.
7. Forever Jean Fouquet
En la película protagonizada por una renacentista Drew Barrymore, «Por siempre jamás», aparece un personaje rezando delante de un altar con una reliquia y un cuadro. Bien, a pesar de la mala calidad de la imagen, se puede distinguir sin demasiado esfuerzo que los colores tan característicos de ese cuadro pertenecen sin lugar a dudas a la Virgen con niño del desmembrado Díptico de Melun de Jean Fouquet.


Como ya dije antes, es de agradecer el ejercicio de ubicar las obras de arte correctas en la ambientación adecuada, aún que pueda pasar que en el transcurso del siglo XVI -momento en el que se desarrolla la película- las formas altamente gotizantes y medievales de esta virgen norteña, choquen con las vigentes modas italianizantes.
Quedándonos en el maravilloso siglo XVI de los Países Bajos y volviendo al asilo proporcionado por la corte castellana de Juana de Castilla, quiero mostraros otro fotograma de la película de «Juana la Loca» en la que se muestra una obra de arte diferente. Juana está sentada delante de un cuadro en el que aparecen un ángel a la izquierda y una virgen a la derecha. Para quien no lo sepa, se trata de la anunciación por parte del Arcángel San Gabriel a la Virgen María cuando éste la advierte de que será la madre de Dios. Ella es elegida por el mismísimo Espíritu Santo, representado por una paloma que en la imagen se sitúa justo encima de María. Hasta ahí todo bien. Pero lo curioso llega ahora. Si intentasemos buscar ese mismo cuadro no lo encontraríamos, porque sencillamente no existe en ese formato.
¿Por qué no va a existir? Muy sencillo, la pintura que tiene Pilar López de Ayala detrás no es un cuadro, si no una tabla que forma parte Políptico de Gante, concretamente, es la imagen del registro central cuando éste está cerrado.



Este último caso es interesante, ya que incorpora en una corte borgoñona la pintura que beneficiaron en su momento los grandes duques de la borgoña como Felipe el Bueno, que también contaría con Rogier van der Weyden entre su entorno artístico. Si tenemos que relacionar a Jan van Eyck -el autor del políptico- con Juana de Castilla, mediante un simple análisis genealógico de los duques de Borgoña y Habsburgo, podemos llegar sin problema a la casa Trastámara, a la cual pertenecía Juana por parte de su padre, Fernando «el Católico». Ahí va:
Felipe III de Borgoña «el Bueno» (Dijon 1396-1467) , fue duque de la Borgoña y de los Países Bajos. En su matrimonio con Isabel de Portugal, nació Carlos «el Temerario» (Dijon 1433-1477) . Carlos «el Temerario» se casó posteriormente con Isabel de Borbón en 1454 y de esa relación, nació María de Borgoña. María de Borgoña se casó con Maximiliano de Habsburgo y en dicha unión tuvieron dos hijos, Felipe de Habsburgo (apodado «el Hermoso») y Margarita de Austria. Felipe de Habsburgo se casó con Juana I de Castilla y Margarita de Austria con el hermano mayor de Juana de Castilla, Juan.
Y para que luego no digan que el mundo no es un pañuelo. Hasta aquí la entrada de «Arte en la retaguardia», si el mass media quiere, habrá una segunda parte.