Desencajonando el Arte. Delacroix no es quien nos habían hecho creer.

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Eugène Delacroix, la libertad siguiendo al artista

Hace un par de años asistí a una exposición en un conocido espacio de divulgación cultural, que trataba de Delacroix: Delacroix 1798-1863 (clica en el enlace si quieres realizar una visita virtual de la muestra, te lo recomiendo). La exposición trajo numerosos cuadros del artista. Ingenua de mí, creía que me encontraría una exposición con el Delacroix que me habían explicado mis manuales de Historia del Arte:

La barca de Dante, 1822
La libertad guiando al pueblo (fragmento), 1830

Pero no fue así. La pluralidad de la muestra me dio un tortazo en la cara. Si la meta de los comisarios era la de desmitificar al genio y figura de Delacroix, realmente lo lograron. Y si no, que vayan con más cuidado a la hora de elegir los cuadros. Personalmente me llevé una lección bajo el brazo y ahora os explicaré el por que:

Delacroix el romanticista

Para quien tenga un poco de idea acerca de este autor y nociones básicas acerca de Historia del Arte, se sabe que es un pintor situado a finales del siglo XVIII y mitad del XIX bajo la etiqueta de «pintor romántico». Esa etiqueta le fue otorgada por la historiografia debido al siglo al que pertenecía, poniendolo en común con otros artistas semejantes de su época y lo más importante, por la temática de sus cuadros.

Para explicar el romanticismo como movimiento artístico, hay que realizar cuatro pinceladas acerca de este movimiento artístico tan sensual y apreciado.

El romanticismo surge a finales del XVIII como movimiento reaccionario al neoclasicismo, en el cual hay una pretensión de retornar (por si no hubo suficiente en el renacimiento) a los modelos del clasicismo grecorromano bajo los astros del rigor, la claridad y la serenidad. Es por ello que -a nivel anecdótico- la mayoría de los personajes de un cuadro neoclásico tengan la misma cara de un busto a la romana.

El romanticismo fue una dimensión artística que determinó no solo una nueva estética determinada en la pintura, si no que radica en la actitud en la que se enfrenta hacia el mundo dicho artista. La naturaleza será la nueva musa del pintor, los elementos de la misma, la lluvia, el viento, ayudantes en su empresa. Montañas, lagos serán los nuevos escenarios de pintores que iban en busca del sublime, de la elevación del ser humano delante del infinito del cual hablan filósofos como David Hume, Kant y Shaftesbury, casi como si de una religion se tratase. El artista se siente minúsculo por la infinidad y majestuosidad del mundo que le rodea es la estética del «wildness pleases», lo salvaje agrada.  Las ruinas antiguas, testimonio último de grandeza milenaria, son también sujeto de admiración e inspiración para el pintor romántico. Los términos como <<genio>>, <<gusto>>, <<sentimiento>>, <<impresión>> describen el universo del artista. Pese el sentimiento individual en comparación a la fuerza de la naturaleza, hay una reivindicación del <<yo>>.

Esta proclamación del individuo es un tema clave para entender el movimiento romántico. El artista, como <<genio>>, casi semejante a un Dios creador, tiene la libertad para recrear un inestimable mundo interior en el lienzo. Desde el cálido sueño de oriente, pasando por la soledad de la tundra, la silenciosa visión del regio porte de edificios en ruinas y finalmente, el espectáculo violento y majestuoso de las montañas.

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Caspar Friedrich, caminante sobre el mar de nubes.

Delacroix, como buen pintor receptivo a las nuevas corrientes de la estética, se dejó llevar por un sinfín de nuevas visiones, tanto históricas como contemporáneas a él, que le hicieron plasmar en un lienzo las obras que le definirían posteriormente como «romántico». Aparentemente todos los temas concuerdan con las características que comparte respecto el romanticismo. Búsqueda de lo exótico en las lejanas tierras del sur, tratamiento dramático y teatral de los temas, glorificación de un pasado ahora en ruinas, la aproximación a culturas orientales y la naturaleza como escenario de la belleza sublime.

¿Qué es lo que pasa con Delacroix?

Lo que le pasa a muchos pintores cuando sobresalen unos determinados cuadros del cómputo general de su obra, que se le asigna un estilo (neoclásico, fauve, romántico, expresionista, naïf) a partir de unos pocos ejemplos. Es decir, otorgamos una categoría artística a la totalidad de los trabajos de un pintor, en base a unos pocos exponentes de su obra. Ese es el caso de Delacroix.

No hace falta ir muy lejos para ver lo que estoy explicando. Sólo con abrir un libro de arte y buscar la obra de Delacroix (yo por ejemplo he consultado el tomo de R. Toman, Neoclasicismo y Romanticismo, Könemann, 2006) lo primero que se dirá es que él, junto con Théodore Géricault (1798-1863) fueron los mayores exponentes de romanticismo francés, que su técnica recurre al pictoricismo barroco, influenciado por Rubens y que participó activamente en el Salón de París. Las imágenes que definirán  la obra de Delacroix en un manual estándar serán siempre las mismas:

Las mujeres de Argel en su aposento, 1834
La Libertad guiando al pueblo, 1830

¿Por qué siempre las mismas pinturas?

Primero de todo, ir con cautela, pues caemos en el error de vincular la obra con la personalidad del artista. Es cierto que en su arte se plasma una gran parte de la personalidad del creador, pero no siempre es adecuado dar por sentado aspectos psicológico-sociales reflejados en su trabajo.  Nunca mejor dicho, no nos dejemos llevar por el pensamiento romántico de artista reivindicativo e individual, que vive únicamente de sus ideas.A la hora de interpretar un cuadro sí se pueden asentar una serie de etiquetas referidas a su temática y su técnica, pero a la hora de documentarnos acerca de la biografía del artista, podemos caer en el desencanto.

Nos habían dicho los manuales que Eugène Delacroix era el mayor exponente del romanticismo, y, sabiendo a grandes rasgos que es lo que implica serlo, echemos un vistazo a lo que dicen de su vida (personalmente, sigo consultando el libro de R.Toman, aun que es válido cualquier otro documento biográfico, puesto que la información no tiene por que ser diferente).

«Hijo de una familia de ebanistas Oeben und Riesener, que trabajaron para Luis XV. Su padre era diplomático y actuó en política como miembro de la Convención y como prefecto […]»

Esta frase contiene mucha información acerca de los orígenes del pintor. Nos indica que su familia pertenecía a la burguesía, con una clara relación con la monarquía y el estado. El acceso a una consolidada formación no fue un problema para el joven Delacroix, de hecho, gracias a la influencia de Riesener, entró en el taller de Pierre Guérin donde conoció a Théodore Géricault. No sólo a él, también se codeaba con la élite intelectual de su tiempo, entre ellos Balzac, Stendhal, Victor Hugo y Alejandro Dumas, el cual nos dejó unas palabras muy esclarecedoras acerca del pintor, refiriéndose a  su cuadro más famoso, la Libertad:

«Delacroix era demasiado orgulloso, demasiado sensible, demasiado espiritual para tomar parte directamente en un movimiento del pueblo […]»

Pensando de manera frívola pero lógica, el pintor lo que busca es clientela e influencias para poder seguir creciendo como artista, para lograr cierta independencia, para viajar, seguir recibiendo estímulos, etcétera. Pero también algo se nos pasa por encima. Parece que se olvida muy rápidamente la evolución, el recorrido previo del artista, sus primeras obras, su estilo todavía en etapa de crecimiento y sus obras finales. El caso de Delacroix nos viene muy bien para entender la polivalencia de registros a pesar de haber sido encasillado en un movimiento.

Retrato de Alfred Buyas, 1853

Quedarnos con la imagen romántica de oriente, y con la alegoría de la Libertad guiando a un pueblo sediento de justicia, sería quedarse con una pequeña porción del pastel. Delacroix, también se acomodó en la tranquila atmósfera del retrato en la que inmortalizó a sus más allegados como Alfred Buyas (también amigo de Gustave Courbet y representado en uno de sus cuadros más famosos)

Como también a miembros de la aristocracia, como el Barón Schwiter, amigo de la infancia de Delacroix, forman el plantel de retratos realizados por el artista.

Retrato del Barón Schwiter, 1827

Sin olvidarnos tampoco que la religión todavía tenía un peso muy importante en la sociedad del XIX. No todo son odaliscas y caballos briosos enmedio de una tempestad rubenesca. Delacroix le dio una oportunidad a la pintura devota puesto que tradicionalmente es la más encargada por instituciones y particulares, entre ellos, el conde Auguste de Forbin.

Cristo en la cruz, 1853
Discípulos de Emaús, 1853

La conclusión final que se puede sustraer de estos ejemplos es lo que siempre he querido dejar claro en mis últimas entradas (Desencajonando el Arte), no podemos sentar cátedra acerca del estilo de un artista, pues éste se ve bajo una serie de circunstancias en su itinerario pictórico que le obligan a tomar un rumbo u otro, y el ejemplo de Delacroix es muy ilustrativo. No es únicamente un pintor romántico ni un pintor de historia, tampoco de la justicia, ni un estudioso de los pueblos de oriente, ni religioso. La trayectoria artística de Delacroix fue heterogénea, y decir que fue el pintor de la revolución sería caer en un error fruto del estereotipo historiográfico.

 

Apostilla, abril 2020:

Quiero aclarar que mi conclusión general no pretende valorar o juzgar el camino artístico de Delacroix, sino apuntar aquellos aspectos poco críticos que mantiene la  historiografía.

 

3 comentarios sobre “Desencajonando el Arte. Delacroix no es quien nos habían hecho creer.

  1. Volvería a insistir en ello mil veces y lo haría encantado esas mil veces. Es un placer leer un análisis sobre un autor realizado con tanta pasión e inteligencia. Lejos de las cómodas repeticiones lo que se lee en los libros de texto o lo explicado en las aulas de la universidad.

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